jueves, 26 de mayo de 2011

Aquelarre


Predicadores vestidos de negro con largas capuchas con terminaciones puntiagudas negras. Todo negro.
Con danzas torpes y solapadas de nitidez lisergica los cuerpos se deformaban y se confundian con el humo de las fogatas. Aullidos estrafalarios, casi mogólicos, con música con tonalidades invertidas con guitarras haciendo de baterías y baterías haciendo de flautas. El caos controlado, la magnanimidad del descontrol dogmático y creyente. Nunca se ha visto tanta inmoralidad del sentido del orden.



Silencio.




Espectralmente silencioso, el pavoroso silencio de la soledad, el silencio que toma magnitud y explota oídos y neuronas. El aquelarre ha muerto, la orgía de las demencias masivas ha pasado a su etapa culmine, la excelsitud del silencio. La sincronización de los colores opacados por el chirrido de la nada misma.



Señoras y señores, ante ustedes el horror en su máxima performance, el satanismo mas profundo que ni sus secuaces se bancan. El terror agónico del silencio de la soledad.


Fotos de Alison Scarpulla

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