miércoles, 4 de mayo de 2011

Orinoco

La razón de mi vida fue un libro con tapas azules y olor a ajo.
La primera vez que tuve un libro en mis manos, atine a devorarlo, nunca pude parar. De chico me escondía a leer abajo de la mesa para que no me rompan las pelotas.
Leía en Italiano y jamás en voz alta.

Hoy a veces me pasa lo mismo con la gente. Me exaspero por ver gente y a la vez lo detesto. Proyecto mi retiro en soledad en alguna casa en los pantanos de Louisiana y al minuto siguiente quiero mudar el estudio a Punta del Este para estafar brazucas y boludos, y para salir a comer con gente de todo tipo. En un plan de falsedad fálica.

Tortoni no es el café solamente, es el brazo quinto del Orinoco. Hay una tribu flipadisima, son escandinavos, ojos amarillos, son pibes copados de Satán. Viven de la fabricación de sillas de mimbre con las que ahogan  atadas a sus brujas. Me contratan como asesor financiero.
Los voy a hacer mierda.

Salem no se la banca

 

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